CAMINO DE IMPERFECCIÓN
Joven,
yo era un vanidoso inaguantable.
«Esto va mal», me dijo un día el espejo.
«Tienes que corregirte».
Al cabo de una semanas era menos vanidoso.
Unos meses después ya no era vanidoso.
Al año seguiente era un hombre modesto.
Muy modesto.
Modestísimo.
Uno de los hombres más modestos que he conocido.
Más modesto que qualquiera de ustedes.
O sea
un vanidoso inaguantable
viejo.
Miguel d'Ors